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Creo que la vida es un continuo viaje, un constante movimiento, una cadena de cambios que hacen que cada día seamos distintos, nosotros y lo que nos rodea. Por eso quiero hacer un check in del ir y venir de mi vida y los que se cruzan en ella, dejo aquí el registro de la ruta de viaje, peso mis maletas y espero en la ventana de cada nuevo día que llegue el momento de emprender de nuevo el viaje.

lunes, 19 de marzo de 2012

“Si quieres cambiar algo cambia tú"

Gracias a mi trabajo, y en mi caso al Dios en que creo, llegué a encontrarme construyendo dinámicas y espacios que propician la participación y movilización ciudadana en torno a la superación de la pobreza en el país. El lema sobre el que trabajamos es que tener un país de prosperidad social es tarea de todos y día a día nuestros discursos giran en torno a terminar con el fenómeno de la pobreza a través de la inclusión social, logrando con ello mayor equidad en Colombia.

Sin negar que el Estado tiene una gran responsabilidad frente a la superación de la pobreza, responsabilidad de la cual no podemos desligarlo, creo con convicción que está en manos de todos cambiar la realidad y por ello de mañana a noche no hago más que pensar cómo un ciudadano cualquiera, como usted y como yo, puede involucrase para lograr una real transformación social.

La respuesta está en construcción, y si se les ocurre algo me interesa escuchar propuestas, pero mientras tanto siento que la vida pone avisos dominicales en mi camino.

La primera luz de respuesta apareció un domingo cualquiera mientras caminaba sola. A buen paso me dirigía a una cita con mi novio cuando en una esquina me topé con un perro que olía un pedazo de hueso de aspecto nada apetitoso, su hocico hizo rodar varias veces el trozo y al final el can levantó su cabeza y corrió tras su dueño.

Su dueño, un reciclador habitante de la calle, veía a pocos metros como yo observaba con detalle a su fiel amigo y esperó con paciencia a que me acercara más a él para iniciar con su historia: su perro estaba entrenado por él mismo, sólo comía de su mano para evitar que éste fuera envenenado en la calle como ya le había pasado a otro perro de la manada del personaje de la historia.

Con detalle mi pasajero amigo me contó durante los pasos que nos demoramos recorriendo una larga calle la forma en la que los dueños de un restaurante envenenaron a su otro perro con un gran trozo de carne impregnado con veneno; sus ojos se iban aguando mientras relataba la historia pero no demoró en sobreponerse y contarme que tenía un par más de perros en el lugar en que habitaba, a pocas cuadras del lugar, y en asegurarme que cuidaba más que a su propia vida a aquellos animales que eran por sobre todo sus mejores amigos, sus fieles acompañantes, su familia.

La corta charla terminó con ello, el amigo se despedió con cortesía y avanzó en sentido contrario al llegar a la esquina. Me pareció curioso mi encuentro y sin embargo nada se activó en mi cabeza hasta que ocho días después, durante otro domingo más en el que mi caminata solitaria se repitió, me encontré charlando con otro habitante de la calle en compañía de su fiel amigo can.

Llovía sin parar, miles de pequeñas gotas, casi un rocío incesante, azotaba la ciudad y yo caminaba escuchando música y apurando el paso con una sombrilla que me protegía de la lluvia. De pronto vi un pequeño “canchosito” con los pelos erizados que no cubría su capa de plástico tipo Superman. Un nudo fuerte sostenía la improvisada capa mientras el perrito esperaba con paciencia en unas escaleras en las que podía protegerse de la lluvia.



Pasé a su lado sin dejar de verlo mientras sonreía por la peculiar imagen y al avanzar unos pasos más decidí volver y tomarle una foto. al hacerlo se acercó a mí su dueño, un reciclador de edad media que vestía el mismo traje de héroe protegiéndose de la lluvia.

- Ese es un perro de raza, yo lo cuido mucho porque es mi mejor amigo, es más fiel que nadie y con seguridad me quiere más que mi esposa” me dijo en tono amistoso aquel personaje.

Ante ello le hice un par de preguntas y él me contó algunas cosas de su vida con rapidez y entusiasmo mientras que algunos celadores del edificio que estaba en frente se unían a la charla. La conversación fue en realidad de unos pocos minutos y tras una despedida rápida seguí mi camino en el que crucé mis dos historias y entendí un poco más por qué la inclusión social es un asunto de todos.

La pobreza extrema es resultado de una distribución inequitativa de los recursos y por ende se habla también de una exclusión de los servicios y beneficios que tiene el resto de la sociedad que cuenta con los medios suficientes para acceder a ellos; por esto se da la necesidad de generar inclusión social, pero más allá de bienes materiales mis historias me mostraron que se trata de reconocimiento, de aceptación del otro en la diferencia.

Estos dos hombres que conocí en la calle tienen en común la alegría que percibí de ellos al tener una persona con quien hablar, a quien contarle algo de sus vidas y de otro lado sus fieles amigos son otro punto en común que me llevan a pensar que muchas veces los perros son los mejores amigos del hombre porque entre los seres humanos aún no somos capaces de ser lo suficiente buenos amigos, sin importar clases ni condiciones sociales.

Tras esas reflexiones espero seguir teniendo historias que contar, aplicando la inclusión desde mi propia experiencia y los invito a que desde pequeñas acciones empecemos a construir realidades diferentes desde actitudes tan sencillas como permitirse reconocer y compartir con aquellos que más han sido excluidos de y por la misma sociedad.

2 comentarios:

Bonchis15 dijo...

Me encantó!!! Definitivamente la gestión del conocimiento, puede iniciar de compartir aquellas reflexiones que diariamente tenemos sobre nuestro que hacer. Gracias por este relato y por la reflexión que dejas. Como dicen en mi curso: "el modo en que las organizaciones difunden sus prácticas de gestión de conocimiento, resulta básico para comprender el modo en que éstas aprenden y generan su capital social" Felicitaciones Sammy! Nota: Por favor incluir foto del perro en el Blog

MARTHA C. AVILA dijo...

Definitivamente la realidad social se percibe en la calle, en el campo, con la gente, es allí donde podemos entender la gravedad de nuestros problemas...una mirada desde el terreno es mejor....muy bueno Samara FELICITACIONES